viernes, 18 de noviembre de 2016

Date el gustazo

Supongo que todos sabemos cuales son nuestros pequeños fallos, esos que nos dan problemas y que más de una vez hemos intentado cambiar.
Supongo también que hay que ser consciente de que, lo que para uno es un fallo, para otro es un acierto, quizás el equilibrio esté en intentar que los demás no se vean afectados por ellos.

Siempre me consideré una adolescente rebelde, un alma libre que hacía lo que le apetecía y decía lo que quería sin importarle lo que los demás pensaran, porque "yo soy así".

Lo que nunca pensé, es que las palabras que tanto me repitieron mis padres, sus consejos para pensar en lo que los demás esperaban de mí, el saber estar... esa imagen de "mete-patas" que con su mejor intención habían formado en mí, estaría grabada en mi interior a fuego a pesar de mi rebeldía y saldría con los años en forma de miedos, pensar quizás demasiadas veces en lo que los demás esperan de mí más que en lo que yo necesito y en comeduras de cabeza.

Hacía mucho que no me sentía así. Atrapada en un mar de justificaciones absurdas por haber hecho algo que no tenía demasiada importancia, sólo la que yo le di, pero que torturaba mi cabeza y me llevaba a dar las explicaciones que nadie me había pedido...

Y qué pasa por no tener miedo al rechazo, que pasa por mostrar lo que sientes en un momento y pedir perdón si has hecho daño a alguien... pero un perdón que encierre un simple lo siento, sin más explicaciones porque quizás no las haya...

Belén de Benito, fotógrafa que sigo y admiro, colgó justo un video esta semana en su muro que me hizo reír mucho y pensar en lo que siempre me dice mi hermana...



¡Hija de vez cuando hay que darse el gustazo de hacer lo que el cuerpo te pide!

Pues si señor, ojalá esa adolescente saliera más veces y me recordase que de vez en cuando (permitidme la expresión) hay que "cagar a gusto", porque luego seguro que te entran unas ganas locas de bailar...

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