viernes, 10 de febrero de 2017

No necesito ser tu mitad.

Se acerca San Valentín y los corazones nos persiguen.
Rosas, bombones, cenas románticas, colonias... love is in the air!!!

Yo no soy mucho de celebrarlo pero reconozco que no me molesta tampoco. Hace un tiempo leí un artículo que me gustó mucho y guardé esta reflexión para festejar mi siguiente San Valentín.

Imagína que pudieras haber visto tu futuro, imagína que con claridad hace años hubieses descubierto que nunca ibas a encontrar el amor de tu vida.

Desde pequeños parece que nos inculcan la necesidad de encontrar una pareja para toda la vida, los hay que defienden que eso es de ingénuos y no creen en las almas gemelas, pero aún así es humano esperar encontrar alguien especial con quien compartir el día a día. Y es que la búsqueda del amor nos marca constantemente, en decisiones, miedos, complejos... pero también está detrás de nuestros grandes cambios.

Entonces, si supieras con plena certeza que eso nunca va a suceder, quizás en un primer momento reaccionarías con resignación, para luego buscar razones por las que realmente estar sólo no influiría en tus planes.  Pero lo que no deberías pasar por alto en el tema del amor, es que es una muleta para creer que vas a encontrar alguien que va a aprender a querer hasta tus defectos, y esa es una gran razón para no esforzarse en mejorar lo que falla. 

Pero quizás, saber con certeza que no vamos a encontrar ninguna "mitad" podría convertirse en un punto de inflexión y liberarnos. Quizás su ausencia puede ser el pago por disfrutar de la libertad absoluta, la llave para comenzar a amarnos a nosotros mismos, entendiendo que podemos encontrar en nosotros lo que inicialmente buscábamos en el otro.

No deberíamos pasar el tiempo esperando a que llegue una persona y cambie nuestras vidas, deberíamos entender que somos nosotros quienes sobrellevaremos cada triunfo, cada derrota, cada miedo y cada victoria. 

Si valorásemos lo que somos, encontraríamos seguridad, libertad e irradiaríamos una energía capaz de cambiar nuestra vida y la de quienes nos rodean.

Por eso, en lugar de buscar una persona especial, en lugar de esperar ser la mitad de nadie deberíamos aspirar a ser ambas mitades de la naranja y tener claro que para ser feliz no necesito ser tu mitad.

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